jueves, 27 de mayo de 2010

Tremendo problema el de la "justicia indígena"

Estoy cansada de ver pasivamente en la pantalla, ahí en la intimidad de mi dormitorio, coloridos linchamientos bajo el atractivo titular de "Justicia Indígena". Individuos semidesnudos, atados de manos y colgados reciben las caricias de la ortiga y del cinturón en frente de una comunidad enardecida que los insulta. Ellos gritan, lloran, piden perdón. Otros son torturados folclorícamente de maneras alternativas. Los acuestan en ortiga, o los obligan a cargarla sobre su espalda malherida. Mientras tanto, las glamorosas cámaras de televisón los visibilizan de manera espectacular. Y últimamente, a diario.

La verdad, he tratado de encontrarle sentido a la ventana que abrió la Constitución de Montecristi a la idealizada tradición ancestral. Pero no le encuentro. Lo que más bien salta a la vista es la demagogia del gobierno actual que, en su tiempo, quiso complacer a quienes le favorecían con su voto y ahora no sabe cómo solucionar tanto vacío causado por una Asamblea Constituyente apurada y dirigida. ¡Qué papa caliente ésta! ¿Y ahora? No, claro, ahora se habla de Derechos Humanos y Leyes Penales. Pero mientras se discutía la Constitución más importaban las camisas bordadas y el nombre de la Pachamama.

También me he preguntado en qué le favorece a la población indígena ser mostrada en estos actos bandálicos continuamente. ¿No refuerza eso más bien los estereotipos que procuramos eliminar en una sociedad pluricultural? ¿No provocan esas imágenes que pensemos en términos como "salvajes", para referirnos a esos verdugos? ¿No nos muestran de manera gráfica lo "diferentes" que aparentan ser? Creo que eso va totalmente en contra del ideal de una Patria inclusiva en la que la Ley debe ser igual para todos.

Ya en el plano informal y de la "cháchara" esta mañana mientras discutíamos el tema con los compañeros de trabajo se me ocurrió que, ya que los indígenas tienen el permiso de la Constitución para hacer lo que les parece en términos de justicia, debían haber aprovechado la visita del Fiscal a La Cocha. Una ortigadita no le hubiese caído nada mal, ¿no te parece?